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Hundimiento y costos ocultos: el reto económico de la Ciudad de México

Uno de los efectos menos visibles del continuo hundimiento del suelo en la Ciudad de México son los crecientes costos de mantenimiento que la capital enfrenta y seguirá enfrentando en los próximos años. Más allá de las imágenes de grietas o desniveles en calles y banquetas, el verdadero impacto se refleja en los presupuestos públicos destinados a reparar vialidades, tuberías de agua y drenaje, sistemas altamente sensibles a cualquier cambio en el subsuelo.

La carpeta asfáltica de la capital se deforma constantemente debido a los diferenciales de hundimiento. En los últimos cinco años, la Ciudad de México ha tenido que destinar entre mil y dos mil millones de pesos anuales para repavimentación, bacheo y conservación de la Red Vial Primaria, con picos como el plan integral de 2025, que invertirá 2,250 millones de pesos en la reparación de 217 vialidades. El problema es estructural: no se trata solo del desgaste natural del pavimento, sino de un terreno inestable que obliga a repavimentar con mayor frecuencia que en otras ciudades del mundo.

El subsuelo también afecta directamente a la red hidráulica. Las deformaciones generan roturas y fugas constantes en tuberías de agua potable y de drenaje. Se estima que un gran volumen del agua disponible en la ciudad se pierde por fugas, lo que representa una doble carga económica: el gasto de reparar las tuberías y el costo del agua que nunca llega a los usuarios. 

Solo entre 2024 y mediados de 2025, las alcaldías reportaron más de 415 millones de pesos invertidos en la reparación de fugas. Y las metas oficiales apuntan a triplicar el número de reparaciones en 2025 respecto a 2024, lo que anticipa una presión aún mayor sobre las finanzas.

La combinación de hundimiento diferencial y infraestructura envejecida obliga a la Ciudad de México a destinar cada vez más recursos a labores correctivas en lugar de preventivas. El círculo es perverso: mientras más se hunde la ciudad, mayores son las grietas en pavimento y tuberías, y más se incrementan los gastos.

Renivelación de carpeta asfáltica Alcaldía Gustavo A Madero.

Para reflexionar 

La discusión pública suele centrarse en la escasez de agua, la congestión vial o la calidad del aire, pero rara vez se coloca en primer plano el impacto económico subterráneo del hundimiento. Reconocer este costo oculto es indispensable para planear inversiones de largo plazo que no solo reparen, sino que transformen el modelo de gestión de la infraestructura urbana.

El hundimiento de la Ciudad de México es irreversible en el corto plazo, pero sus efectos pueden mitigarse con tecnologías de construcción adaptadas, renovación sistemática de tuberías y programas de conservación vial planificados con base en datos. Si no se adoptan estrategias de gestión más innovadoras, los costos seguirán creciendo, drenando recursos que podrían destinarse a movilidad, vivienda o servicios sociales.

En el fondo, la economía urbana de la capital depende de algo tan básico como invisible: la estabilidad de su suelo. Y en un territorio que se hunde cada año, el verdadero reto es cómo sostener las infraestructuras vitales de una ciudad que nunca deja de moverse.

Gustavo Madrid Vazquez